31 octubre 2007

El sentido del olfato en los trenes o el cuarto poder.




El cuarto poder.

Una vez más el llamado cuarto poder ha jugado sus cartas, se ha magnificado el incidente hasta limites insospechados solo porque una cámara estaba allí para filmarlo y difundirlo, el hecho ha adquirido tales dimensiones, que hasta un pobre viajero que estaba en el asiento de al lado y cuyo único delito, se puede compartir o no, pero en cualquier caso respetable, ha sido tener miedo a ser también agredido, le ha marcado o puede destrozarle la vida.




El sentido del olfato en los trenes


I.

Mi nombre no importa; no voy a presentarme. Lo que importa es mi cara, que aparece de perfil en un vídeo que ahora recorre el mundo. En ese vídeo viajan en metro un español, una ecuatoriana y un argentino. (Parece el principio de un chiste, pero no lo es.) Yo soy el argentino. O quizás en ese vídeo vayan en un vagón una víctima, un verdugo y un cobarde. En ese caso, soy el cobarde. También es posible que en ese tren estén viajando tres animales muertos de miedo, oliendo a diferentes miedos. Pero eso no lo dice nadie.
Yo soy el que mira para otro lado, el que está sentado a la derecha y abajo de la imagen. Aparto la vista porque tengo terror de sobresalir, de cruzar la mirada, de chocar contra los ojos de la bestia. Hay una pregunta que no quiero escuchar en ese momento, en ese tren, a esa hora de la noche. La pregunta es: ‘Y tú qué miras’.

No tengo la suerte de ser un argentino invisible, nieto de polaco y española, o bisnieto de italiana y vasco-francés. Soy argentino profundo, algún indio ranquel anda en mi sangre todavía. Y ese cuarto de sangre contaminada es suficiente para que aquí me pidan los papeles por la calle, o para que me peguen una paliza los leones.

Los leones nos detectan por el rasgo aindiado, no por el pasaporte. No importa dónde nacimos ni si les quitamos el trabajo. No importa quién es nuestro dios ni el de ellos. Es solamente un tema de fealdad facial. No sé por qué le llaman racismo a este asunto; estoy seguro que con cirugía estética a precios razonables, en España se acaba la violencia en los trenes nocturnos.

Por eso yo no pongo nunca mis ojos en los ojos del león, ni en este vídeo que recorre ahora el mundo ni tampoco antes, en otros vagones sin cámaras de vigilancia. Pero sobre todo en este vídeo, yo no quiero que él me huela. Si no estoy atento a su merienda flamante, si sigo pastando ajeno, es posible que la bestia no descubra que soy un ciervo idéntico al que ya está devorando.

Antes de que el león subiera al tren, yo miraba con timidez a la chica. Estábamos solamente ella y yo en el vagón vacío. Entonces sí hubiera deseado cruzar mirada, intensamente. Hay hombres que tienen la entereza de mantener los ojos fijos en la mujer desconocida, en un tren o en cualquier sitio, aunque ella también observe. Yo soy tímido y no puedo hacer esas cosas. Yo soy, también cuando no hay leones merodeando, el macho cobarde de la manada.

Nosotros, los tímidos, los cobardes, fantaseamos en los trenes. Más que nada cuando viajamos con mujeres hermosas a las que no sabemos abordar.

Una de mis fantasías preferidas es salvar a la chica hermosa de un peligro, ser su héroe. Los tímidos no sabemos trabar conversación falsa (‘¿sabes si este tren tiene parada en Virreyes?’) ni entablar diálogo seductor (‘yo también he leído ese libro que estás leyendo’), entonces sólo nos queda la providencia improbable de un peligro.

Por eso mismo más tarde, cuando el león ya desgarraba a su presa con insultos y con patadas certeras en la cara, sentí por un momento que Dios me había preparado una broma cruel:

—Ahí lo tienes, cobarde —me decía el Señor—. Ahí está tu fantasía hecha realidad, el dichoso peligro ajeno que pides cada noche en los metros y en los autobuses y en las calles oscuras, cada vez que no puedes abrir la boca frente a una minifalda. Aquí tienes tu momento, tus quince segundo de gloria, anda, ahora puedes ser el héroe de esa chica, su bienhechor. Levántate y haz lo que has soñado mil veces.

Qué exagerado para los milagros resulta, a veces, Nuestro Señor Jesucristo. ¿No podía haber puesto una araña en la ventanilla de la niña guapa, una araña no muy grande que la llenase de pánico? Yo entonces sí habría saltado de mi asiento, habría dicho ‘no te preocupes’, habría enrollado mi periódico y, ¡zas!, habría acabado con el insecto como el príncipe valiente que siempre he querido ser.

Pero Él tenía que hacer las cosas a su manera, pensé esa noche con rabia mientras escuchaba los insultos reales y los rugidos y los arañazos. Él, en Su enorme sabiduría, tuvo que hacer entrar al vagón a una bestia desbocada, a un animal dos veces más grande que yo. No una araña ni una cucaracha voladora, no. Aquella noche debía ser el inicio de un romance entre dos cervatillos tiernos, y a Él no se le ocurre mejor idea que meter en medio al rey león.

II.

Dos hombres me han seguido con la mirada esta mañana, al salir de casa. Me veían con los ojos inquisidores, con el gesto duro. Más tarde la mujer mayor de la tienda, que siempre me saluda, no me ha dado esta vez los buenos días. Y por la noche unos chavales de mi edad me han tirado piedras, cerca de la estación. Ninguna me dio de lleno, por suerte.

Al mediodía me encierro en casa pero me aburro, porque mi madre ya no quiere poner la tele. Es que allí, en cualquier canal que pongas, sea la hora que sea, sigue estando mi perfil inmóvil, mis ojos fijos en la nada, mi culo que no se levanta del asiento de un tren nocturno.

Noche y día los informativos repiten, y no se cansan, las imágenes del vagón que muestra mi rostro en primer plano, de perfil, siempre a la derecha de la pantalla. Han pasado dos semanas y la gente ya se ha cansado de compadecerse de la bella, y también se ha cansado de repudiar a la bestia. Ellos tienen más suerte que yo, porque saben hablar, porque no son tímidos ni son cobardes.

La bella ha sido muy valiente y ya ha hablado del asunto. Dijo por la radio, sobre la bestia: “Como vio que yo estaba sola, pues mire, se puso a descargar su rabia”. Para la bella yo no estaba presente aquella noche: ella iba sola en el tren, según sus palabras. La bestia también ha hablado del tema por la televisión. Dijo: “Yo iba borracho y no recuerdo nada, punto”. Para él tampoco existí esa noche. La bestia estaba borracha y no me recuerda, nunca me vio.

El único que no ha hablado con la prensa, ni con nadie, he sido yo mismo, que no soy la bella ni soy tampoco la bestia. Que solamente soy un chico tímido, un animal doméstico y un poco escurridizo. Y algunas noches complicadas también soy, sin querer serlo, un cobarde.

Aunque todavía sea menor de edad —tengo diecisiete años, cumplo los dieciocho en marzo— los adultos de mi barrio me acusan de no haberme enzarzado en una pelea con otro adulto mayor, más grande que yo también en músculo, no sólo en edad o estatura o mañas.

Les doy vergüenza a todos.

Ellos, los de mi barrio, hubiesen deseado decirme al día siguiente, mientras me palmeaban haciendo corro: ‘Te hemos visto por la tele, has sido valiente, el otro era más grande y sin embargo te levantaste y peleaste como el hombre que todavía no eres, en el barrio estamos orgullosos de ti, hemos comenzado a organizar una colecta para comprarte la silla de ruedas”.

Les doy vergüenza. A todos. Están enfadados conmigo porque no pueden sentirse orgullosos de mí.

Hasta esa noche yo vivía en Olesa, un pueblo tranquilo a treinta kilómetros de Barcelona en el que éramos quince mil animales domésticos, ciervos todos, casi ningún león desbocado, y a mí me conocían más bien poco. A mi madre más, porque es simpática y conversadora.

Pero ahora ya no vivo allí, aunque mi casa siga en el mismo sitio. Ahora no podemos salir a la calle, ni mi madre ni yo: el barrio se ha llenado de fieras con los dientes afilados, de leones salvajes que me acusan y señalan con el dedo. No a mí, no al de hoy. Señalan al que fui aquella noche en el video. Señalan al que no hará, ya eternamente, nada heroico en esa cinta.

A veces me da miedo de que uno de mi barrio se me acerque una tarde cualquiera, me olfatee, huela los restos de mi cobardía, y me estampe una patada en la cara.

Ya tenía yo bastante conservando un poco de esta sangre india que los leones salvajes pueden oler de lejos. Ahora además tengo este otro olor, pusilánime y rancio, que molesta mucho a los demás ciervos y los convierte en malas bestias.


Terrible no?

Me ha sobrecogido pensar que la sociedad pueda llegar a ser tan cruel y provocar la angustia que queda reflejada en estas palabras. Más que condenar a quien no actúa como nosotros -hipócritas- creemos debe hacerse deberíamos condenarnos por ejercer esta presión tan brutal a otros seres humanos. Nosotros somos los responsables de que este chico no se levantara para encararse con el león o aunque sólo hubiera sido un grito, un aspaviento por muy tímido que hubiera sido.



Es terrible esta frase:

Hay una pregunta que no quiero escuchar en ese momento, en ese tren, a esa hora de la noche. La pregunta es: ‘Y tú qué miras’.

y esta:

Por eso yo no pongo nunca mis ojos en los ojos del león

yo no entendí al chico que miraba a otro lado, no entendí que no reaccionara, no pedía intervención, si no un grito, un gesto, cualquier cosa que distrajera al león que lanzaba dentelladas... y no lo entendí porque yo no he sido sometida a esta presión, esta angustia, ahora, después de leer, lo entiendo... y me apena formar parte de esta sociedad que puede llegar a atenazar de esta forma a otros semejantes.

24 septiembre 2007

SIN PALABRAS

Ha muerto Marcel Marceau. El mimo. El único.

Nunca el silencio ha sabido expresar con tanta precisión todos los sentimientos que inundan un alma, un cuerpo. Nunca el silencio ha comunicado tanto. Nunca el silencio ha hablado, reído, llorado, amado de forma tan estruendosa y espléndida.

07 septiembre 2007

Había una vez un rey...














Era el monarca de un pequeño país, llamado principado de Uvilandia.













Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la elaboración de vino. Con la exportación a otros países, las quince mil familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.

Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Por eso hacía grandes esfuerzos para encontrar la manera de reducir los impuestos.

Hasta que un día tuvo una gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que, una vez al año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines de palacio con una jarra de un litro del mejor vino de su cosecha y lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para tal fin y en aquella fecha.

De la venta de esos quince mil litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos sanitarios y la educación de su pueblo.

La noticia corrió por el reino a través de bandos y carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible. En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor. En todas las tabernas se alzaron las copas y se brindó por la salud y la larga vida del buen rey.

Entonces llegó el día de la contribución. Durante toda la semana, en barrios y mercados, en plazas y en iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La convivencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano.

Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los vinateros con su jarra en la mano del cabeza de familia. Uno por uno, subían la larga escalera que conducía a la cima del enorme tonel real, vaciaban su jarra y bajaban por otra escalera al pie de la cual el tesorero del reino colocaba un escudo con el sello del rey en la solapa de cada campesino. A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había fallado. El enorme barril de quince mil litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.

El rey estaba orgulloso y satisfecho. Al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló.

-Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como había imaginado, todos los habitantes del reino han acudido hoy al palacio. Quiero compartir con vosotros la alegria de la corona al confirmar que la lealtad del pueblo con su rey es igual a la lealtad del rey hacia su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por vosotros con la primera copa de este vino, que será sin duda un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, es decir, el amor del pueblo.

Todos lloraban y vitoreaban al rey.

Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico. Pero la sorpresa detuvo su mano en el aire: al levantar el vaso, el rey notó que el líquido que contenía era transparente e incoloro. Lentamente, lo acercó a la nariz, entrenada para percibir el aroma de los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno. Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.

¡El vino no tenía sabor de vino, ni de ninguna otra cosa!

El rey envió a buscar una segunda copa de vino del tonel, después otra y, por último quiso tomar una muestra desde el borde superior. Pero no había caso: todo era igual. Inodoro, incoloro e insípido.

Los alquimistas del reino fueron llamados con urgencia para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de agua. Agua purísima. Cien por cien agua.

El monarca mandó reunir inmediatamente a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación a aquel misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua?

El más anciano de los ministros del gobierno se acercó y le dijo al oído: "¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, señor, nada de eso. Vuestros súbditos son humanos, majestad. Eso es todo".

-No entiendo -dijo el rey.

-Tomemos por caso a Juan -dijo el ministro-. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio.

Esta mañana, cuando preparaba a su familia para bajar al pueblo, se le pasó una idea por la cabeza: ¿y si ponían agua en lugar de vino? ¿Quién podía notar la diferencia?

Una sola jarra de agua en quince mil litros de vino: ¡Nadie notaría la diferencia! ¡Nadie!

Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, majestad, salvo por un detalle.


¡Todos pensaron lo mismo!



Este cuento, de Jorge Bucay, lo leí en un foro de bolsa al que fuí a parar buscando información que no tenía nada que ver con economía. Me llamó poderosamente la atención que alguien que escribía en un foro tan... tan ¿serio? utilizara este cuento como una parábola que, por demás, es completamente adecuado para demostrar los resultados nefastos que pueden resultar de una actuación poco solidaria y una clara y habitual estafa o farsa de nuestra sociedad. Uno a uno, actuando todos con una supuesta "inteligencia" que merece admiraciones y aplausos a menudo, conseguimos que aquello que puede o pretende sea positivo y beneficioso para todos, sociedad o colectivo, se convierta en inútil, perjudicial, erial o estéril. Consciente o inconscientemente abortamos un proyecto, proyecto que nos proponen y aplaudimos y al poco pasamos a exigir sea realidad y si ésta no se cumple es probable que quien lo propone sea considerado responsable o culpable o incompetente.

Este cuento/parábola puede aplicarse a infinitos proyectos, propuestas, objetivos, circunstancias, eventos, requisitos o condiciones que a diario, de forma individual o conjunta, devienen o terminan en fracaso, o casi.

¿porqué es tan difícil aceptar que nosotros también somos responsables?



02 septiembre 2007

Un abrazo, compañera.



Tómate el tiempo que precises y cuando el desaliento desaparezca y te sientas con ánimos ya volverás.

Te sentará bien tomar distancia, alejarte de este entorno que no entiendes ni te place, estas actitudes que te sorprenden y disgustan, este espacio que se te está haciendo irrespirable.

Eres amigable, franca y alegre, animosa y tenaz, sensible y solidaria, leal y buena compañera y no podrás cambiarlo y precisamente porque así te conocí y me gustas porque eres así comprendo tu desánimo y es por ello que te anímo en tu decisión de distanciarte aunque ello represente no poder disfrutar de tu compañía durante tu ausencia. Un abrazo muy fuerte y hasta pronto. Este paisaje, tu tierra tan bella, es un regalo para ti.


30 agosto 2007

Carta de amor a mi diccionario.


Demasiados amores repartidos

sería error y equívoco limitarlos

así y todo procuraré intentarlo

lo he decidido, será el diccionario


Va por ti amigo diccionario

que posees el abecedario

gracias a ti nos relacionamos

gracias a ti nos comunicamos


Empeñados en unir letras

y jugando con las palabras

transmitimos nuestras alegrías

contagiamos nuestras tristezas


En tu seno acoges con cariño

del mundo todos los idiomas

sin encerrarlos en vil corpiño

libres vuelan como palomas


Eres generoso con todos nosotros

sin dudarlo nos regalas tus entrañas

a cambio sólo pides nuestro respeto

prendidos quedamos en tu telaraña


Así pues confieso sin rubor

quiero que tu seas el receptor

te dedico sin ningún temor

esta mi carta, carta de amor




28 agosto 2007

Lo jodido compañeros es que, si se intenta comprender, lo que ves no es agradable y a mi me da pena... y digo pena porque no se que palabra utilizar que sea más adecuada para explicar esta desazón que me causa ver que un lugar de encuentro virtual es, para muchos, un refugio y aún me desazona más comprobar que este refugio llega a resultar imprescindible pero no les resulta confortable. No hay espacio que resulte confortable si la confortabilidad no la lleva uno consigo mismo.


26 agosto 2007

Tauromaquia


(relat escrit el 5-11-2005)


Yo diría que hay diferencias evidentes.

El "humano" va a lidiar al toro porque quiere, quiere ser torero, quiere ser famoso, quiere ser rico, quiere salir en la tele, quiere salir en el Hola y quiere... una forma de ganarse la vida con su sudor (porque estoy segura de que suda) y además con la sangre del toro. Por lo tanto entiendo que la defensa de alguien que acude a la cita por decisión propia y asume el riesgo... no procede.

El toro no va a ser lidiado porque quiere, al toro lo cuidan, lo miman, lo alimentan, lo adiestran, lo enseñan, lo llevan, lo pinchan para cabrearlo y lo sueltan a la plaza y lo provocan y cuando responde a los impulsos que, en teoría son innatos, embiste, ignorando el pobre bicho que el que tiene delante en plan provocativo con colorines, paquete y capote o muleta espera su reacción y está preparado para ello; si el bicho, por aquello de las cosas de la vida, hace un "dribling" inesperado y despista al del paquete coloreado, puede ser que lo pille y lo empitone... pero desgraciadamente, la mayoría de las veces, se queda con un palmo de narices ya que aquello a embestir rojo, suponiendo que distinga los colores, se esfuma delante de sus propias narices... y se encuentra que lo que tenía delante desaparece como por arte de birlibirloque... mientras busca despistado aquello que ha desaparecido y que estaba delante de su morro, la capa, el paquete y el uuuuh! uuuuh! bishooo! éste anda contoneándose a sus espaldas saludando al respetable público... un ojo al público y el otro al toro por si se le ocurre darse la vuelta.

Añadamos que mientras el diestro siniestro disfruta del aplauso enfervorecido, hay un montón de mariposones despistando al bicho con saltitos, grititos y movimientos de capas varias, para que así, el bicho, posponga la búsqueda de aquello que deseaba embestir desde un principio.

Todo y así... él se empeña en volver a la jugada... y cambia, altivo, la enorme capa por la muleta traidora. Mientras se acerca al ¿burladero? para el cambio de trapo traidor sale a colación un pobre caballo medio cegado, al cual tampoco le han preguntado si quería asistir, montado por un señor muy tieso cargado con una pica... el toro, amoscado por los jueguecitos, lo ve... y piensa que hay otro "bulto" para embestir y allí que va resignado rezando para que no desaparezca... y se encuentra con otra sorpresa. El muy cabrón, no sabe si el caballo o el señor, lo recibe con un pincho enorme, se lo clava en todo el lomo y cada vez que intenta embestir sale más rajao... la inteligencia humana, eso dicen, aprovechar la fuerza del contrario. Cuanto más fuerte quiere embestir, porque está dolido y empreñado, más duele, más se clava, más sangre mana del agujero que le han regalado... otra vez lo mismo, el toro reacciona como un toro pero no sabe que el "bulto" ya lo lleva controlado. Ha sido engañado por dos veces, engañado, maltratado, fastidiado y traicionado.


Al final, el caballo y el jinete se largan... se llevan la pica ensangrentada, ufano el jinete, acojonado el caballo, recogen los vítores y los aplausos y dejan al bicho a merced de los mariposones.

Vuelve al escenario el del paquete de colorines... chulillo, sonriente o serio, que la imagen es vital... y vuelta a la misma comedia:

Uuuuuh! uuuuh! toroooo!!!!!!!!! y la muleta p'arriba y p'abajo. Se acerca, lo roza incluso, a veces, se permite pasar la mano por el lomo ensangrentado del toro cansado y desubicado... ¡coño tan bien que se lo pasaba en la dehesa, sin musiquitas, sin ruidos, sin mariposones... es más, los caballos que el conocía eran amistosos, lo acompañaban... y los jinetes incluso lo llamaban... toro bonito! pues eso... que además de cansado y desubicado está cabreado y dolido... y cuando ve al de las lentejuelas y sus saltitos y sus familiaridades, allá va otra vez a ver si se lo lleva por delante...

- ¡cauenlaleshe! no se está quieto el jodido, cada vez que me acerco desaparece y me lo encuentro en el culo... al final parece que el del paquete se para de una puta vez... desafiante, de puntitas... con una pose estilo Pavlova... saca, de no se sabe donde, un estoque que brilla... el toro no sabe que es un estoque, allí se estaría mirándolo con cara de no entender nada.

Y dale... uuuuh! uuuuh! torooooo! y venga dar saltitos... y la muleta que se menea y de la mano una hoja fría, brillante y larga... y cuando al fin el toro decide cargarse al payaso éste lo espera y le clava, con traición y alevosía, toda la hoja fría entre lomo y espalda... en la nuca; nota como aquello brillante y duro le entra por todo el cuerpo, le cruza el alma... y nota como lo retiran, queda el agujero por donde entra el frío y sale la sangre... y el toro vuelve a la carga, no se arredra, a vida o muerte... y el payaso lo espera y otra vez igual... aprovecha la misma fuerza del toro, su "enemigo", para clavarle hasta el corazón el mismo estoque... que ya no está tan frío, conserva el calor de la sangre que se ha llevado la primera vez que entró... y el toro desfallece... y retiran otra vez el estoque... el toro cae... y si tiene suerte, muere, y si no... ha de esperar el matarile final, el único que es maestro en poner punto y final a la vida de un animal con su puntazo certero.


Es arrastrado por la arena mientras suenan aplausos y vítores... si el del paquete coloreado, el payaso, se ha portado bien, antes de llevárselo al matadero le cortan una oreja, o dos, o también el rabo... trofeos sumamente valiosos para el protagonista del baile de la muerte.

Al lado de la plaza una tienda reza en su cartel. Carnicería. Toro de Lídia.


25 agosto 2007

VENGANZA


Participar en concursos de relatos es algo que siempre me ha gustado, discretos, en petit comité, casi privados, un juego.



Un sudor frío recorre mi piel y tiemblo ligeramente pero no de frío sino de fiebre y rencor. Mis dedos engarfiados sujetan firmemente la muñeca estrafalaria. Hace tres días le concedí un respiro, la liberé del dolor y desclavé del fetiche uno a uno los alfileres de ojos, vientre, boca y sexo; pero hoy, definitivamente, pagará cara su traición.
Invoco al maligno mientras el estilete penetra pausadamente hasta el corazón de la muñeca envuelta con su pañuelo y allí queda hundido, clavado hasta la empuñadura. Unas gotas de sangre brotan y salpican. Oigo su alarido. Sonrío, el vudú ha funcionado.




24 agosto 2007

Luchando por el territorio.



No se si sabéis que tengo un huésped en mi casa desde hace mucho tiempo, bueno más que en mi casa en el bloque de pisos donde vivo, es un dragón, en mi tierra lo llamamos "dragó", creo que su nombre es salamarquesa ¿un poco rimbombante no? pues bien, este bicho (hoy va de bichos la cosa) hace un par de años como mínimo que vive de los insectos, mosquitos y otros elementos volátiles que se acercan al reclamo de la luz de la galería de mi cocina, una simple bombilla de 60 watios hace maravillas.

Un buen día descubrí el dragó enganchado al cristal de la ventana, tal como se ve en la foto, era pequeñito y allí estaba quieto como un muerto esperando algún insecto incauto que se acercara para zampárselo.

Como a mi me encanta cualquier animalejo ni me puse a chillar ni nada, así que lo dejé tranquilo preparándose la cena mientras yo preparaba la mía. Convivíamos felizmente.

Un buen día lo vi sin cola... ¡pobre bicho! seguro que se la ha pillado en alguna puerta o ventana de la casa, alguien que cerró de golpe y se la cortó. Parecía que a él no le importaba mucho pues sin ningún empacho salía a pasear su cuerpo sin rabo, tampoco parecía la necesitara para cazar. La colita desaparecida iba creciendo día a día, era, es muy interesante y curioso observar como regenera, así que continuamos cada uno o una -vete a saber de que género és- a su tarea y aquí paz y allá gloria.

La salamanquesa fué creciendo y creciendo, y la cola también, ahora tiene una hermosota cola que da gozo verla.

Si tienes paciencia y te quedas contemplándola es muy fácil observar como caza, ya digo, bicho que pasa bicho que se zampa.

Se posa el insecto tranquilamente en el cristal de la ventana atraído por la luz y en cuanto toca el cristal se nota como el dragón agudiza todos los sentidos, si normalmente está inmóvil en cuanto lo ve se petrifica... y se nota, vaya si se nota! Y entonces empieza la ceremonia de acercarse lentamente, muy lentamente…. las patitas enganchadas en el cristal como si fueran ventosas aplastadas… y ahora un poco, se para, avanza otro poco más, se vuelve a parar y se acerca y acerca silenciosa y sigilosamente y el insecto sin darse cuenta y mira que es grande el dragón comparado con él, pero ni por esas… y ya a unos centímetros se para el dragó, se afianza y como un relámpago su lengua engancha al insecto y se lo va tragando, engullendo… brrrrr!!! es maravilloso verlo por muy trágico que sea para la vida del insecto despistado.

Bien, ahora viene la historia de verdad, resulta que anoche ví dos dragons en las ventanas ¡coñe, pensé, la familia aumenta! estaba cada uno de ellos en una ventana distinta, separados más o menos por un metro de distancia y estaban mirándose, cara a cara, de lejos pero se miraban, se veían, se observaban. Yo pensé, incauta de mi, que eran amiguetes o de la misma familia y que habían salido en tándem a cazar mosquitos para un gran festejo familiar o guateque pero no, al parecer no era así, al parecer había aparecido un dragó intruso en el territorio del mío, de mi huésped, y digo esto porque la ceremonia que se llevó a cabo entre ellos fue de lo más espectacular, a mi me pilló desprevenida, la verdad, para que negarlo…

Estaban mirándose y observándose, como ya he dicho, y poquito a poco se iban acercando el uno al otro, yo me los miraba toda confiada segura de que iban a contarse sus cuitas o a comentar lo recaudado por si tenían suficiente y se iban a casa, pero no, la cosa no era tan amistosa ni tan fácil… ya estaban a un palmo y continuaban mirándose, no se decían nada. Diez centímetros entre ellos, cinco, tres… empezaba a mosquearme, era un “acercamiento” cauteloso y claramente hostil, se notaba en el ambiente… ZAS!!!!!!!! Como dos centellas y con una mala baba palpable se atacaron mutuamente clavándose un mordisco apoteósico en la mismísima boca, como si quisieran cercenarse las lenguas uno al otro, allí quedaron enganchados, tirando cada uno por su lado, la pelea estaba en su punto más álgido y reaccioné asombrada, indignada, cabreada y espantada por la violencia de que hacían gala y empecé a aporrear el cristal de la ventana gritando: ¡basta, basta que os haréis daño, esto no se hace!

Valga decir que ni me hicieron caso, al final se desengancharon y el dragó intruso se retiró con la cola entre las patas, el mío, mi huésped, se quedó allí observando como el otro reculaba, dio la vuelta y se apostó en la esquina preferida de mi ventana esperando pacientemente que se acercara algún mosquito o cualquier otro insecto volátil despistado para continuar con su cena muy tranquilamente.

Luchando por su territorio, luchando por su subsistencia ejerció violencia, con diferencias: ésta no era gratuita, ni por placer, ni por poder, simplemente quería comer.


PD. Acaban de informarme que el nombre de mi huesped no es salamarquesa sino "salamanquesa", así que retiro lo del nombre rimbombante, digamos que es un nombre, más a mi me gusta tal como lo llamamos en catalán: "dragó" común, queda fuerte y hermoso, como mi "dragó" particular.



Una muerte digna.

Si, si, incluso para una simple tiburona exijo el derecho a una muerte digna.

No me lo saco de la cabeza, cada vez que pienso en lo sucedido me indigno ¿estamos los "humanos" perdiendo la chaveta? eso parece, visto lo visto.

Nos encontramos que en una playa llena de bañistas y turistas, un buen día, aparece un tiburón: ¡ alerta, espanto, precaución!!!. Las pelis terroríficas tienen esta vertiente, cualquier bicho que ha sido protagonista de maldades asombrosas en cuanto se convierte en real lo tiene mal, le adjudican todas las maldades que adornaban al de celuloide. Vale, vale... ya se que no toda la culpa la tiene la peli, que los tiburones ya tenían su "prestigio" desde mucho antes, pero coñe tampoco hace falta ponerse histérico al fin y al cabo está en su líquido elemento, por demás, su propia casa.

Entiendo que las autoridades han de velar por los ciudadanos que disfrutan de sus merecidas vacaciones, lo que no entiendo es como no comprendieron al tiburón que se había aercado a la costa sabiendo de sobras que no es lo habitual. Cuando alguien o algo se comporta de distinta forma a lo usual, en primera instancia, debemos pensar que algo pasa... ¿o no? pues bien, por muy burro que se sea, lo primero que te viene a la mente es que este bicho no estaba bien, estaba enfermo, algo le había pasado para que se extraviara de tal forma, digo yo que un tiburón pletórico de salud no se despista así como así, así que... por pura deducción, debería haberse intuido que el bicho tenía problemas de salud. No se si los tiburones tienen la misma costumbre que los elefantes, retirarse a su cementerio para morir solos, probablemente deciden hacerlo así para no dar la lata a sus semejantes, que el cuidado de un enfermo comporta atención y no está la cosa como para despistarse pues para conservar la piel y proveerse de alimento requiere estar atento y espabilar sin dilación. En fin... bueno, al grano, que me despisto. Decía que los que tomaron cartas en el asunto me parece a mi que no tenían dos dedos de frente:

1º Quieren cazar al tiburón para salvaguardar las nalgas de los bañistas.

2º Deciden que como es algo extraño su comportamiento lo quieren "estudiar" para indagar si es una nueva moda tiburoneril, la de acercarse a la costa, y saber los motivos de este "desvío" en las rutas clásicas, tiburoneriles claro. ¡No te jode los expertos!

En suma, que se ponen manos a la obra y después de unos días de trabajos infructuosos, la tiburona se les escabullía, deciden enviar a la flota para "arrestarla" definitivamente y no se les ocurre nada más y nada menos que lanzarse como fieras en pos de la bestia, a mogollón vamos... como unos imbéciles, porque digo yo que entre tanta flota pesquera podrían haberla cercado con unas buenas redes y en cuanto estuviera tranquila, con un simple dardo tranquilizante inofensivo lo hubieran conseguido, ponerle un arnés o algo parecido y sacarla con cuidado, pero no se les ocurrió y claro, la tiburona se llevó un susto de muerte (nunca más bien dicho) y arreó con todo lo que había por delante... al final consiguen sacarla medio enredada con una misérrima red totalmente acorralada por tipos en calzón corto, atribulados, sudados y supongo que cabreados porque la bicha no se estaba quieta ni se dejaba. Una vez la tienen fuera han de llevarla a Barcelona (cap i casal) y claro como no está el horno para dispendios me la meten en una cuba como si de una sardina de la costa se tratara... tales expertos debían ignorar que si el tiburón dejaba de nadar no respira y claro acostumbra a pasar que cuando uno deja de respirar se muere... que si, que si, que nos han dicho que iban "moviendo" el agua de la pequeña cuba para que el bicho "pensara" que estaba nadando... imbéciles!

En suma, que llegan al espectacular Aquarium y sueltan a la tiburona a una piscina "decente" para "reanimarla" y empezar la investigación científica y la desagradecida de la tiburona ni se repone ni se reanima, la desagradecida de la tiburona se muere. A tomar pol saco la investigación científica!

Dicen que cuando le abrieron la barriga se encontraron en su interior un arsenal de herramientas utilizadas para la pesca... del atún, anzuelo de 7 cms. dicen, clavado en el esófago, que ya debe doler la verdad... algún otro anzuelo de 2 cms., los científicos no han dicho que clase de pez se pesca con esta medida, dicen, eso si, que este no le dolía... también tenía la pobre tiburona la aleta hecha cisco, de un arpón de estos de pesca submarina, estos que utilizan los que están de vacaciones y se visten con traje de neopreno negro, pies de pato, gafas y el fúsil correspondiente, una forma de distraer los ratos de ocio y descargar adrenalina, ya imagino que el que se encontró a la tiburona cara a cara debió descargar adrenalina por todos sus poros, eso si, al parecer no se rajó y devolvió el susto que se llevó con un tiro y en represalia. También dicen los expertos, que el susto que se llevó la bicha ayudó lo suyo, un síncope, un soplío, una apoplejía.

Ha muerto la tiburona que escogió terminar sus días en una playa de Tarragona.

Ha muerto la noticia, una semanita les ha durado a los periodistas.

Ha muerto envuelta de imbéciles y en una piscina lúdica o científica, que tampoco lo se seguro.

Con lo fácil que hubiera sido comprender a la tiburona y dejarla morir allí donde quería, en su líquido elemento, en su casa, en el agua mediterránea.

Y si tanto molestaba a los bañistas, que lo entiendo eh? no se crean que me voy a poner en plan protectora de animales de salón, entiendo que no es plan jugar con el patito flotador al lado de un tiburón, pero insisto, si hubieran comprendido a la tiburona la flota pesquera con unas redes adecuadas hubieran podido cercarla sin apabullarla, acompañarla a alta mar y dejarla entre sus semejantes, y si no había semejantes dejarla en alta mar para que pudiera tener la oportunidad de escoger otro lugar para morir con dignidad.

En tu memoria, tiburona, aquí queda relatado el final digno que hubiera querido para tí. Un abrazo.
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23 agosto 2007

De la buena vecindad y el cariño mal entendido



No se puede andar con una linterna encendida en medio de personas encegadas por mor de una *sombra alargada, férrea, tirana casi, oscura, muy oscura.Y dura, por muy sombra que sea.


La luz les molesta.

*amistad
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A raíz de esta reflexión, busqué un poema, me ayudó un buen amigo, de hecho le pedí lo hiciera porqué sabía que él me entendería y encontraría las palabras adecuadas que reflejaran lo que yo quería expresar. Y así fué, lo encontró, un poema de Francisco Simões , tuvo la amabilidad de traducírmelo.

Aquí está:

CANTO PRA LIBERDADE

Eu tinha um bom vizinho
Que se dizia muito feliz
E que amava os passarinhos.

Orgulhoso, me trouxe pra ver
O que ele dizia ser
A razão da felicidade
De sua bonita avezinha,
Uma pequena gaiola
Toda dourado por fora
E por dentro só quem sabia
Era o tal do passarinho
Que cantava todos os dias
Para a imensa alegria
Do meu bom e feliz vizinho,
Que também tinha um cachorro.

O cão que nunca cantava,
Mas ladrava pra cachorro,
Até por temperamento
Se lhe dessem o alimento
Todos os dias, certinho,
Com o habitual carinho,
Fazia até brincadeira
Com sua feia e triste coleira.

O cachorro era feliz
Tal qual o meu bom vizinho
Que insistia em dizer
Que seu bonito passarinho
Era feliz por viver
Naquela prisão dourada.

Não adiantava nada
Eu tentar contradizer.

Numa certa madrugada,
A feliz e aprisionada
Vida do bom passarinho
Alcançou a liberdade
Se esvaindo devagarinho
Da bela gaiola dourada.

Meu bom, e agora triste, vizinho
Lamentou sua amarga sorte
E pôs a culpa da morte
Do seu lindo passarinho
Na ... inveja da vizinhança!

E pra completar a lambança,
Ditada pelo orgulho ferido,
Se fez de vítima, agredido,
E descarregou sua indignação
Em quem lhe estava mais à mão:
O seu pulguento mandrião.

É, mas se o meu bom vizinho
E seu preguiçoso cachorro
Um dia aprendessem a voar
Saberiam que o passarinho,
Quando se punha a cantar,
Estava era a pedir socorro.

Francisco Simões.

Su traducción, que ignoramos ambos si es acertada, es seguro que refleja exactamente la intención que yo buscaba:


CANTO POR LA LIBERTAD


Yo tenía un buen vecino
que decía ser muy feliz
y que amaba los "passarinhos".

Orgulloso, me trajo para ver
lo que él decía ser
la razón de la felicidad
de su bonita avecilla,
una jaula pequeñita
toda dorada por fuera
y por dentro solo quien lo sabía
era el tal pajarillo
que cantaba todos los días
para la inmensa alegría
de mi bueno y feliz vecino,
que también tenía un cachorro.

El perro que nunca cantaba,
tanto ladraba por cachorro
como por temperamento
y si le diesen alimento
todos los días, por cierto,
con habitual afecto,
hacía incluso "brincadeira"
con su cola triste y fea.

El perro era feliz
tal cual mi buen vecino
que insistía en decir
que su pajarillo bonito
era feliz por vivir
en aquella prisión dorada.

No avanzaba nada
mi intento de contradecirle.

En un cierto amanecer,
la feliz y aprisionada
vida del buen pajarillo
alcanzó la libertad
Se evaporó poquito a poco
de la hermosa jaula de oro.

Mi buen, y ahora triste, vecino
lamentó su amarga suerte
y puso la culpa de la muerte
de su lindo pajarillo en…
¡envidia de la vecindad!

Y para completar el desatino,
dictado por el orgullo herido,
se hizo de víctima, atacado,
y descargó su indignación
en quién tenía más a mano:
Su pulgoso holgazán.

Pero, si mi buen vecino
y su perezoso cachorro
un día aprendiesen a volar
sabrían que ese pajarillo,
cuando se ponía a cantar,
estaba pidiendo socorro.


Un cariño desmedido, una amistad que puede llegar a tiranizar, sentirse maniatado por ello, puede devenir doloroso y lacerar y terminar actuando como el felíz dueño del pajarillo muerto, hacer pagar su indefensión, indignación y amargura con quien tiene más a mano sin valorar si éste le hace compañía, le quiere o le es leal. Por muy pulgoso que sea.








22 agosto 2007

Continuemos... Reflexión del día.


En mi capsa he dejado una muestra:

Los "impresentables" se pueden maquillar pero a la que caen cuatro gotas les salen los churretes...

ella ha surgido de una conversación y aquí queda la reflexión en su totalidad que, creo, ya la había dejado escrita vete tu a saber por donde, no es de ahora que pienso así, digamos que es mi ¿receta? psicológica.... jejejejeeeeeeee


creo que yo lo he explicado yo "valoro" a la gente por sus reacciones, talante y actuaciones en situaciones "límites", es cuando surge la realidad, el impulso, antes de pasar el filtro de la cocorota... lo que sale del alma y se escapa por la boca (en este caso dedos) antes de reflexionar... las personas nos retratamos cuando nos encontramos en estos momentos... para mi es el parámetro más certero y franco para conocer a la gente... si sabe comportarse aún y cabreado es que es de natural educado y correcto si se dispara como un geiser o verdulero/a, es que es de natural un impreserntable maleducado. La "impresentabilidad" se puede maquillar pero a la que caen cuatro gotas sale los churretes...


la "clase", "categoria humana", "el saber estar" es un marchamo que llevamos enganchado en la piel, en el alma, adquirido, adjudicado o como herencia de la educación recibida familiar, entorno social, posiblemente escuela, amistades, etc. es una pátina que nos acompaña y que, con el tiempo, según nuestro raciocinio, talante, criterio, decisión... la conservamos con nosotros o bien nos desprendemos de ella. Evidentemente sólo si este marchamo nos ha sido regalado, si no... pues por mucho que se utilicen afeites ya digo... la máscara se cae y es cuando podemos apreciar la realidad.

decía mi interlocutor, con el cual estoy muy de acuerdo, que no se debe confundir la "educación" intrínseca en su aspecto humano a la "educación" como conocimiento. Uno puede ser "honoris causa" de la Universidad en cualquier materia, científica y/o humanística y merecer un soberano suspenso en educación , mejor dicho, puede ser "honoris causa" en la universidad social/humana en malaeducación.


Lo intentamos


Resucitemos el blog, pongamos en práctica su razón de ser, compartir, al fin y al cabo fué este el motivo que me decidió iniciarlo hace ya... más tiempo del que imaginaba.

Ya vuelvo, acaba de empezar una verdadera tormenta eléctrica y es mejor cerrar el ordenador... inoportuna coñe!